El olorcito a café recién hecho y el calor acogedor de este lugar, trae a mi memoria el lugar donde siempre nos encontrábamos.
Donde hace tres años nos cobijábamos para mirarnos y tomarnos de la mano.
Tratabas de remontar la situación, yo no lo noté.
Esperabas encontrar a otra mujer, a la que a través de Internet, soñaste, idealizaste.
Y yo, era esa mujer, era el alma de esa mujer, no el cuerpo.
Tú soñaste con el cuerpo,con el cuerpo que no tenía yo, no con mi alma, que era la misma que conocías.
Igual seguiste adelante, por momentos me encontraste -digo- encontraste a mi alma.
Y mi alma y tu alma fueron felices y llevados por esa felicidad, tu cuerpo y el mío, también lo fueron.
¿Cuántas veces? Pocas…
Pero bastaron para que cada vez que esté triste me refugie en los recuerdos. Y vuelva a ser dichosa, vuelva a sentirme amada.
Y vuelva a pensar que lo nuestro valió la pena.
Mara.Es tan claro y concreto lo que escribes, que me llega tanto, quizás, porque la vida me hace pasar por instantes, momentos, que ya no tengo y solamente me quedan recuerdos.
ResponderEliminarGracias por regalar tanto amor!!!!!
es la historia de muchas mujeres, precioso, me encanto ...besotiños....y...oleeeeeeeee
ResponderEliminarMuy bello, me encanta como escribes !!!
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