martes, 4 de noviembre de 2008

HISTORIAS EN LA CIUDAD




Cerró la puerta tras de sí y comenzó a desandar el camino que la llevaba hacia la que fue su casa. La decisión estaba tomada. Nunca volvería a ella.
Y salió a pensar las calles, a recordar los olvidos. Y se fue haciendo de noche. Sabía que estaba sola en la calle y para ser más exacta, en la ciudad. Nadie le quedaba fuera de la casa, pero sabía que dentro de ella, tampoco. Y así comenzó a caminar. Se metió por calles que en subida la hacía descender a lo profundo del desamor sufrido. Y en bajadas que hacían subir su autoestima, pensando en el valor que tuvo para salir de la casa. Se felicitaba por haber partido, por haber dejado la casa y para siempre.
Comenzó a caer una fina llovizna, que hacía crecer por momentos su desazón. Y siguió caminando por esas calles.
Un grupo de muchachos la seguían y ella estaba sola, nadie había en el lugar para protegerla. Comenzó a correr y se escondió en un zaguán de esos que casi no quedan. Y desde ahí los observó cuando pasaban, llevaban en sus manos una botella oscura de cerveza, que iba pasando de mano en mano y de boca en boca.
Y allí espero hasta que el último haya pasado, y después se atrevió a la calle de nuevo. Llegó a una plaza y buscó un banco. La plaza estaba desierta, pero ella estaba muy cansada como para seguir caminando. Vio en un rincón oscuro que algo se movía y comprendió que no estaba sola. Tuvo miedo, pero estaba clavada en su banco. Un hombre se acercaba, caminaba despacio mientras fumaba. Se acercó al que estaba en la oscuridad, a ella no la veía, no la miraba. Se paró y algo susurró, la persona que estaba en el suelo, a la que no se podía distinguir, se incorporó lentamente, y salio por un momento de lo negro, y ahí ella pudo observar que era casi un niño. El hombre lo sostenía fuerte de un brazo y trataba de arrastrarlo a algún lado. El niño se negaba y trataba inútilmente de soltarse.
Ella se levantó y se acercó. El hombre al ver que ella se acercaba, la miró con furia.
-No se meta, le dijo. Esto es entre él y yo.
-¿Querés ir con él? Pregunto ella al niño. Este negó con la cabeza.
-Soltalo, andate, dejalo tranquilo -le dijo al hombre-.
El niño se acercó a ella y desde ahí le dijo:
-Si, andate, ahora somos dos.
El tipo esbozó una sonrisa irónica y les dijo
-Que no hacen uno.
-Te equivocas -le dijo ella- Mejor te vas.
El niño se acercó más a ella. Y dijo:
-Si, andate.
Ya te encontraré solo, más tarde y veremos qué pasa.
Se marchó, murmurando obscenidades.
Ella le pidió al niño que la siguiera y lo llevó a comer algo, comieron en silencio, el niño devoraba, ella casi no probó bocado.
En la tele, un locutor leí las noticias:
-Encuentran muerto, con un cuchillo clavado en el corazón a Mario Pauló, fue encontrado tirado en el piso del dormitorio, no se tienen pistas de su mujer. Los vecinos dicen que él la golpeaba. Muchas veces habían visto las marcas en su cuerpo.
Ella escuchaba sin escuchar. Sabía que estaba sola, a nadie tenía en la ciudad, y nadie quedaba en la que fue su casa…







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