domingo, 9 de enero de 2011

MISTERIO






Un día preparé algo de ropa y me fui a Retiro, tomé un micro que me llevaría hasta allí. Iba escuchando música e imaginando su rostro. Lo imaginaba, lo borraba y lo imaginaba de nuevo. Nunca lo vi. Nunca sabré como es.
Al llegar busqué una habitación y luego de ducharme y ponerme ropa cómoda, bajé y pregunté por algunos sitios puntuales y emprendí el camino.
Llegué al parque Quiroz, bajé por las escaleras sinuosas, me detuve en la fuente con la hermosa Venus central. Y lo busqué, busqué su rostro desconocido en cada hombre, vi sin ver el hermoso paisaje, por que sabía que si no lo encontraba, nada podría disfrutar, de nada había servido el viaje, me senté y me resigné.
Jamás lo encontraría, alguien más sin rostro, solo palabras…que llegaron no se por que causa a mi corazón. Solo eso, palabras.
Cuando dejé de lado mis pensamientos, vi ese hermoso atardecer, el cielo rojo, y los pájaros volando a lo lejos.
Me incorporé, estaba cansada, no sentía deseos de comer, me dirigí al hotel y me acosté y lo soñé. Era vívido mi sueño, vívido e imposible, pero bello.
Desperté temprano, desayuné y salí a recorrer de nuevo los lugares nombrados por él. Llegue al Molino Forclaz, me detuve sintiendo su presencia en el lugar, caminé rodeándolo, miré cada uno de sus ladrillos, sus aspas y seguí mi infructuoso viaje.
Fui a Liebig, caminé sus calles. Pisé sus pisadas, sabía que por allí estaban sus pasos, sus pasos que luego lo llevarían a otros sitios más lejanos, sitio que tampoco sé adonde queda.

Solo el misterio lo rodea, tal vez por eso se hizo más atractivo, tal vez porque llegó en un momento especial para mí, no lo sé. Ansío saber como es, como son sus ojos y mirarme en ellos. Ver sus tristezas y sus alegrías, en fin saber que existe, que no es un fantasma más en mi vida. Vuelvo al hotel me recuesto y me quedo dormida, sueño otra vez lo mismo.
Bajo a comer algo y luego camino hasta el río, me siento en su orilla, saco papel y lápices de mi bolsa y comienzo a dibujar, los trazos son rápidos, una mano invisible toma la mía y me ayuda en los detalles, lo siento, está acá sentado a mi lado. Su respiración en mi nuca, me vuelvo, la soledad me acompaña, tras unos minutos el trabajo está listo. Es el parador que vi en el parque Quirós.
Guardo todo y hago el último viaje tras sus pasos.
Algo misterioso me guía, yo no conozco pero sé el camino, la tarde está muriendo, las sombras dan un raro matiz a las cosas y a la casa.
Temo acercarme, la veo de lejos, ahí está, tengo que entrar. Llego hasta ella, me detengo frente a la derruida puerta, la empujo, un chirrido ensordecedor me sobresalta y entro, todo esta oscuro, saco el celular y con lo poco que alumbra miro. Aún está amueblada, un viejo y gran cuadro adorna una de sus paredes, son perros de caza corriendo tras una pequeña y asustada liebre.
Me acerco temblorosa pues noto su presencia, su perfume, que sin saberlo, sé que es suyo. Me acerco y lo veo.
Y sé que lo amo…lo amo!
Es como tantas veces lo imaginé y con una gran goma lo borré de mi mente. Es él.
Me acerco temblorosa, no, no es miedo, es ternura contenida, es amor. Y estiro la mano, despacio, no quiero asustarlo, no quiero que se marche, no quiero perderlo.
No se mueve, solo me mira, sus ojos son como los soñé, limpios, nobles, me hundo en ellos, su mirada me domina, me empequeñece y al mismo tiempo me ennoblece, me acerco. Estiro mi mano, lo acaricio, no se va, se queda… Entonces sigo, más segura, feliz de saber que está aquí, ahora, conmigo. Estira su mano, apaga mi celular. Solo hay negrura, me abraza, lo siento, me estremezco, me besa, lo beso, no quiero pensar nada.
¿Estoy loca? Un fantasma ¿Abraza? ¿Besa? ¿Estoy viva?
¿O solo somos dos fantasmas pasando por la vida?
Me sentí tan feliz en tus brazos que nunca sabré si la noche existió, si en realidad eras un fantasma, o si en ese momento lo éramos los dos.
Después, cuando desperté -no sé en qué momento me dormí- me encontré sola, pero sentía en la vieja casa tu perfume, y en mi piel perduraban tus caricias. Me levanté del sillón y caminé por la habitación. La recorrí con miedo, no quería encontrar nada que la recuerde a ella. Porqué sé que ella existió y se que existe en tu corazón. No sé su nombre, nada se de ella, sólo que era tu amor y se marchó. Se marchó un día lejano, doloroso para vos y para ella. No quería dejarte, pero la muerte te la arrancó. Por eso sos un fantasma, por eso quiero serlo también.
Salgo, nada quedaba de ella en la casa, lo borraste todo. Vos tampoco querías encontrar nada que te la recordara.
Me acerqué al aljibe, allí estaba, dejé caer una piedra dentro de él. Tardó en caer, supe que era profundo. Pensé en un momento si sería doloroso….
¿Qué es menos doloroso? ¿Saber que nunca podré ocupar su lugar? O… ¿lanzarme por el pozo oscuro, hondo? Me di cuenta en ese momento porqué la casa me atraía tanto, yo sé que acá ronda el fantasma de ella…y que tu presencia no se despega de su fantasma.
Y yo acá, solo espero tomar la determinación correcta. ¿Habrá lugar para otro fantasma?
¿O sólo seré la espectadora muda de su amor? Me acerco más y miro… Pero no, no vale la pena.
Nunca ni viva ni muerta podré ser lo que ella fue. Y tendré que seguir, seguir hasta que encuentre el lugar perfecto para terminar con todo, pero no aquí, no aquí…
Salgo, me pesan los pies, me pesa la vida…
Camino despacio y miro la casa, que sigue allí imperturbable, pese al paso del tiempo, del abandono.
Me marcho. Dejo para siempre este lugar que no es el mío.
Dejo acá mis sueños, mis fantasías, los fantasmas…me alejo.
Cada vez más lenta, pero más segura de hacer lo correcto.
Fue mi única noche de amor, viviré del recuerdo de ese sueño.
De tu recuerdo, del recuerdo de tus caricias, de tus besos, de tus palabras y de tu perfume…

No hay comentarios:

Publicar un comentario