Salió de su casa, eran las cuatro de la mañana. Se dirigió al Diario, ahí repartían gratis los clasificados. Resonaban en su cabeza los reproches, la ira...y el dolor y el hambre de los suyos. Llevaba una carpeta azul en sus manos, tenía dos Curriculum, uno con todo lo aprendido, sus títulos, los trabajos, todo y en otro con poco, casi nada, para que no sobrecalificara, ya le habían dicho: —No, no tenemos ningún puesto, para el que pedimos, usted sobrepasa. Con los clasificados en sus manos se sentó a pesar del frío, bajo un farol de la plaza y los fue marcando. Luego se encaminó a las direcciones más cercanas, caminó por esas calles ya tantas veces recorridas con el mismo propósito y en vano.Luego fue a los otros, caminó y caminó. Siempre la negación presente. Socavando sus ganas, sus deseos de seguir. Y caminó, los edificios quedaron atrás, pasó por barrios de casas bajas y siguió... Se encontró ahí, frente a esa inmensidad que tanta paz le traía, el río. Se sentó en un banco bajo un árbol, se sintió tan bien, que sus pesares quedaron atrás. Acá solo él y el agua. Y estuvo mucho tiempo, mucho. Más tarde, a varios metros, el río llevaba ya sin dolor, sin angustias, en la paz eterna que le dio el río, su río, un diario y una carpeta azul.
Si quieres acompáñame, te prometo sueños, realidades, amores, desamores, fantasías y hasta algunos fantasmas dormidos en un rincón del corazón. Perfumes, aromas a dulce y a rosquillas, a mares, a frutos y tantos recuerdos más...Son historias simples contadas simplemente, solo extiendo mi mano, ven tómala y transita y vive mis cuentos... ¿Ficciones? ¿Realidades? Jamás lo vas a saber...
martes, 24 de octubre de 2017
EL RÍO
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