Hoy,
no sé si por el fuerte resfrío o gripe, me desperté recordando
algo de hace muchísimos años.
Mi
niña interior, está viva, está ahí y me trajo el recuerdo de una
capa blanca, una capita tejida por mi abuela.
Ese
día vino por la mañana y me la trajo.
A
la tarde contenta y apurada por estrenarla, me la puse, abroché su
único botón blanco nacarado, y fui a la casa de mi amiga, solo me
separaban pocos pasos.
Cuando
me la vieron mis amigas, me la pidieron y fueron probándola.
Era
hermosa... Y abrigada.
Jugamos
Jugamos un rato y al volver a casa, la puse sobre mis hombros,
pero estaba tan cerca que no abroché su único botón.
pero estaba tan cerca que no abroché su único botón.
Entré y mi madre preguntó por mi capa, no la tenía, con desesperación corrí a buscarla, no estaba en la vereda.
Toqué timbre y mi amiga Elsa la buscó y recordó que la había puesto sobre los hombros al salir.
¡Qué tristeza, qué sensación de pérdida irreparable!
Cómo tantas veces después, me hizo sentir la vida...
Y hoy vaya a saber porqué me desperté con esa sensación…y necesité esa hermosa capa que me tejió con tanto amor mi abuela.
Me cubría la espalda pero lo más importante, me abrigaba el corazón…
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